martes, 29 de diciembre de 2009

Y tú, ¿cómo eres?

Es curiosa la naturaleza humana... y se supone que somos animales "sociales".
Tengo una cuenta en una red social, de esas en las que puedes buscar a tus amigos y saber de ellos, lo cual está bastante bien porque ha hecho que haya recuperado el contacto con antiguos amigos del colegio y de la facultad. Como es una red muy lista, te sugiere nombres para que los agregues a tus amigos. La mayoría son amigos de amigos, algunos ni los conoces, otros te suenan, otros te los sugieren con la excusa de que estudiaron en la misma universidad que tú (como otros tantos cientos de miles de personas, claro). Hay personas de las sugeridas que te alegras de que estén por ahí y en seguida le das al clic para "solicitar su amistad" (creo sinceramente que lo deberían llamar de otra manera). Sin embargo, hay personas que están ahí, que sabes que las conoces, y sin embargo, no das al clic inmediatamente y los días pasan.
Las razones para esto... quién sabe. La verdad, no lo entiendo del todo. Y a mí me pasa. Tampoco me entiendo muy bien a mí. ¿Por qué alguien no querría conocer a otra persona? ¿Tan sobrados estamos de todo que nos da igual lo que pueda pensar otra persona, lo que nos pueda decir, cómo nos puede sorprender? ¿Es que acaso conocer a las personas, y quiero decir conocer de verdad, no es igual de importante que tratar de entender el mundo en el que vivimos? Toda mi vida he deseado conocer cómo es este planeta, de qué está formado, cómo funciona, qué leyes físicas sigue la naturaleza, cómo son los átomos de los que estamos hechos todos, qué hay dentro de una estrella.... Y resulta que no me doy cuenta de que, igual de importante es conocer a las personas.
Tal vez haya sido una consecuencia de mi condición de bicho raro, al haberme "aislado" en la física y en las matemáticas, que haya dedicado poco tiempo a la "vida social". Sin embargo, lo que yo entiendo por "conocer" a las personas no es lo que suele estar asociado a "vida social", que es lo de salir de marcha, etc, etc. A mí eso no se me da muy bien. Echo de menos poder sentarme tranquilamente con otra persona y hablar, de lo humano y lo divino, de cosas que me interesan y de cosas que le interesan a la otra persona, arreglar el mundo como dicen por ahí, que me hable de lo que le ha impresionado de ese libro que acaba de terminar y de lo que le hace sentir esa canción que acaba de escuchar. Conocer. Conocerme.
Hola, soy Gema. Me gusta leer, aunque en estos momentos solo puedo leer libros de álgebra, cálculo y teoría de números. Me gustan diversos tipos de música. Creo que los discos que más he escuchado en mi vida, probablemente más de mil veces, son los dos Tubular Bells. Actualmente estoy inmersa en la música de The Smiths, que los acabo de descubrir y me pregunto cómo pude estar tanto tiempo sin escucharla. Schubert me parece impresionante. Las puestas de sol y la contemplación de la luna son dos de mis pasatiempos favoritos. La ciencia en general y la física en particular me apasionan.
Y tú, ¿cómo eres?

viernes, 25 de diciembre de 2009

El jamón

Hoy nos hemos juntado la familia en casa de mis padres. Aunque estoy metida de lleno en las funciones, matrices, aplicaciones, etc... y mi rutina cambia muy poco durante las "vacaciones", he de decir que ha sido bastante agradable. Fruto de ello ha surgido una pequeña reflexión que quiero compartir contigo. En realidad no es una reflexión enteramente mía, pero esa semillita que fue a para a mi cabeza hace una semana ha ido creciendo y tomando forma. Y ahora ya la puedo considerar como mía.
Mi hermano ha traído a casa un jamón. No lo hemos abierto, pero conociendo a mis padres creo que no voy a tardar demasiado en catarlo. Mi madre, que para eso es muy madraza y no deja de querer lo mejor para sus hijos, ha hecho el típico comentario de hijo no tenías que haberte molestado, prefiero que te lo quedes tú. Claro, cuando con toda tu ilusión le llevas un regalo a tus padres, ese tipo de respuestas no sientan muy bien. Yo veía el jamón de forma distinta. Y así se lo he explicado a mi madre.
Ese jamón es mucho más que una pata de cerdo curada. Y lo mismo sucede con todos los regalos que se intercambian estas fechas. Incluso con las llamadas de teléfono, los mensajes... Si ese jamón estaba ahí, era porque había alguien que lo había llevado y había alguien para poder recibirlo. Lo bueno es que el jamón esté ahí, porque significa que tanto el portador como el receptor están. Si hubiera faltado uno de ellos, ese jamón no habría tenido ningún sentido y no habría hecho el viaje.
Cuando recibas un regalo, cuando recibas una llamada o un mensaje, piensa en esto: el que te ha hecho el regalo o te ha llamado o te ha mandado un mensaje, todavía está aquí. Y sobre todo, tú estás aquí para recibirlo. Tomando prestada esa idea que aterrizó en esa nube que llevo sobre los hombros, cada Navidad es distinta, no sabemos cuántos de nosotros estaremos en las próximas, así que no perdamos el tiempo con cosas que no sean disfrutar de la compañía de los demás y hacer a los demás disfrutar de la nuestra.
Y si has sido afortunado y te ha tocado un jamón.... ¡disfrútalo!

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Próximo invierno

Me gusta que vaya llegando el invierno. Que al asomarme a la calle por la mañana, cuando aún es de noche, sienta frío en la cara. Pisar las hojas y la tierra húmeda. Es cierto que el invierno en Madrid no es duro, no lo puedo comparar con cómo será en un pueblo de la Sierra. Pero, aún con la bondad del clima, y más siendo este un año ya de por sí cálido, me gusta esta llegada del solsticio. Los días son cortos, pero en el aire algo se prepara. Los árboles se preparan para guardar reposo durante unos meses, el suelo se prepara para recibir la escarcha, y el cielo se prepara para, poco a poco, ir regalándonos más luz. Dentro de pocos días llegaremos a la noche más larga, aquella que nuestros antepasados temían, por la poca vida que podía surgir de la oscuridad, y que a la vez anhelaban que llegara, para empezar un nuevo ciclo de luz, un nuevo ciclo de vida. Siento que me voy apagando, que parece que me falla la energía estos días. Pero la esperanza de la noche más larga, cuando la luz vencerá y volverán a crecer los días, me infunde nuevos ánimos. Es un lento compás de espera. Apenas unos días....

martes, 8 de diciembre de 2009

Infinito.

Mi última "adquisición" en la lista de las razones por las cuales cada vez me atraen más las matemáticas. Infinito. Cantor y sus números transfinitos. Es un concepto tan cotidiano, asociamos el infinito a aquello que es muy grande para medir o aquello que tiene tantos objetos que no los podemos terminar de contar nunca. Uno piensa en el infinito y en seguida mira hacia el cielo estrellado, "eso es el infinito", porque ni siquiera el contador de estrellas pudo terminar su tarea...
Desde hace dos meses, que es cuando empecé a adentrarme un poco más en serio en esto de las matemáticas, he descubierto que el concepto de infinito es mucho más que mirar hacia las estrellas y pensar que el universo no tiene fin. En términos matemáticos un conjunto es infinito si se puede poner en correspondencia biyectiva con un subconjunto suyo propio. Traducido a un lenguaje más coloquial, significaría que un conjunto infinito tiene los mismos elementos que un subconjunto suyo distinto de él mismo. Es decir, cogemos un conjunto infinito, cogemos una parte de ese conjunto (intuitivamente debería tener menos elementos, puesto que nos dejamos una parte sin coger) y ambos tienen la misma cantidad de elementos... Podría parecer una locura, pero se puede demostrar matemáticamente, y eso es lo fascinante de la historia.
Todavía tengo que acabar de madurarlo, pero se está empezando a hacer un hueco en mi cabecita. Pues que sea bienvenido.
Definitivamente, lo que me gusta de las matemáticas es que hacen pensar. Y mucho. Cada semana son nuevos retos, nuevos conceptos, nuevos quebraderos de cabeza. Pero los disfruto enormemente. Sólo espero poder seguir manteniendo esta ilusión hasta el final.

martes, 24 de noviembre de 2009

Niña

Capacidad para jugar, para imaginar, para sorprenderse, completo desconocimiento de lo que significa el qué dirán, inocencia...
¿Por qué alguien querría prescindir de algún elemento de la lista anterior? ¿Por qué, en definitiva, alguien querría olvidar lo que es ser un niño?
Una hermosa reflexión compartida el día anterior me ha llevado a reafirmarme en este hecho tan importante: sigo siendo una niña. Y me gusta. Esto no significa que no tenga responsabilidades, o que no asuma las consecuencias de ser "adulto": tengo que poner la lavadora, pagar los impuestos, ajustar los gastos para poder pagar la hipoteca, llevar a los niños al cole, preparar la cena cada noche... ¿Acaso todo esto está reñido con jugar, con imaginar, con ver la vida como la vería un niño, como la veía antes? "Seguir pensando que hay personas sin maldad".
No queramos crecer tan rápido, que tiempo hay de sobra para los palos de la vida.
Juega. Ríe. Corre. Ríete de tí mismo. Sueña. Imagina. Inventa. VIVE!
Encuentra tu niño.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Y te vengo a buscar

E ti vengo a cercare
con la scusa di doverti parlare
perché mi piace ciò che pensi e che dici
perché in te vedo le mie radici.
(...Y te vengo a buscar
con la excusa de tenerte que hablar
porque me gusta lo que piensas y dices
porque en tí veo mis raíces)
No recordaba la hermosura de esta letra, en parte porque cuando la escuché por primera vez no debía de tener más de doce o trece años, y no presté la suficiente atención a esta maravilla.
Ahora, unos cuantos años después, me reencuentro con esta bella canción. Este párrafo, estas sencillas cuatro líneas, encierran tanto significado, una necesidad de encontrar una persona con la que te sientes a gusto, con la que recuerdes quién eres (...pues necesito tu presencia para entender mejor mi esencia...), de dónde vienes, qué es lo que te ha hecho quien eres ahora.
No creo que se refiera estrictamente a una pareja. Hay otras personas que te pueden hacer sentir lo que transmite esta canción. Un hijo, un amigo de la infancia, un compañero de toda la vida... En general cualquier persona que haga que te encuentres con la esencia de lo que eres, con tu parte más auténtica, la que olvida los qué diran, la que se deja guiar por su corazón y no por las opiniones ajenas, esa que era más espontánea en la niñez, esa que muchas personas olvidan que tenían.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

¿Dónde está la lluvia?

Esta falta de lluvia... todos los días hay un momento en el que parece que se va a cerrar el cielo e inmediatamente va a precipitarse todo el agua sobre nosotros. Pero qué va, es sólo un pequeño mosqueo. Sin ir más lejos, hace dos días estaba estudiando en la biblioteca y, como suele suceder desde hace varias semanas, me había llevado la bici. De pronto noté mucha oscuridad fuera de las ventanas, miré y vi un continuo de nubes gris-azulado como hacía tiempo que no había visto, de ésas que tanto me gustan. Pensé: es inminente, en menos de veinte minutos esto va a ser el diluvio. Recogí rápidamente para volver a casa, no fuera a ser que se me mojara mi querida bici. Ya en casa, no daba crédito. Miraba y miraba por la ventana y, debe ser que miraba en la dirección equivocada, veía nubes blancas y claros. ¿Dónde se habían metido esos preciosos nubarrones? ¿Por qué, lluvia, por qué te haces tanto de rogar? Todos los días tenemos un momento que parece que sí, que se va a decidir, incluso con un poco de voluntad se respira ese frescor que anticipa las buenas lluvias. Pero, aunque pueda resultar paradójico, todo queda en papel mojado. Y un poco más al norte, los embalses desaparecen y sólo queda un pequeño testigo de lo que una vez fue un río.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Hace bastante que no actualizo nada de por estos lares. ¿Qué decir al respecto? Bueno, la conciencia tiene mucho que ver en esto. Desde que empezó la academia mis hábitos han cambiado. Me refiero a mis hábitos de estudio sobre todo. Un día, creo que fue la tercera semana de clase, salí de la academia un poco frustrada, porque todo de lo que nos hablaban me sonaba de haberlo estudiado en la carrera, pero todos esos conocimientos se habían esfumado de mi cabeza con el paso del tiempo. Sabía que en su momento, hace más de diez años, había llegado a comprender esos conceptos, e incluso había podido resolver problemas, lo cual para mí era todo un logro. Sobre todo teniendo en cuenta la paupérrima base matemática con la que aterricé en ese aula 3208, en primero de carrera. Tres años después ya había conseguido aprobar todas las asignaturas de matemáticas de primero. No está mal. Nada mal.
Pues bien, tras ese pequeño golpe a mi intelecto, decidí que tenía que recuperar lo que había perdido. Me propuse muy firmemente empezar la semana (dos días después) yéndome a estudiar a la biblioteca de matemáticas, a empaparme de esa ciencia y esa sabiduría que se me habían escapado. Estuvo bien, porque mi concentración y mi entusiasmo comenzaron a aumentar y poco a poco fui despertando esas neuronas que habían desenmarañado años atrás los misterios del álgebra. Mi humor mejoró, y con él aumentó la confianza en mí misma. Ahora ya me salían las cuentas y podía estudiar unas cinco horas seguidas cada mañana. Claro, pagando un precio...
Lo que he dejado de hacer ahora no me preocupa en absoluto. Antes de septiembre me propuse que iba a (y esta ya iba a ser la definitiva) dejar la casa en perfecto orden, absolutamente limpia, vamos, que iba a estar irreconocible. Sí, al principio la casa estaba bastante ordenada, pero los niños no dejan de ser niños y cumplen su papel a la perfección (¿he comentado la historia de los galos, los irreductibles que trataron de conquistarnos desde la habitación de la entrada?). Pues todo ese orden y toda esa limpieza me quitaban momentos de estudio y, claro, pasadas dos horas de tareas domésticas, la conciencia ya no sabía cómo gritarme que me pusiera a estudiar. Se pasa mal, cuando quieres dedicarte a dos cosas simultáneamente cuando esas dos cosas son tareas incompatibles. (puedes hacer la casa mientras escuchas música o mientras ves la tele, pero no mientras tratas de demostrar un teorema).
Así que ahora estoy volviendo a disfrutar las matemáticas y su estudio, pero cuando llego a casa tengo que sortear las pelusas que me vienen a recibir agitando sus ácaros por doquier y tengo que tener cuidado por dónde piso para no estropear esa camiseta que se ha caído pero que en realidad está recién cogida de la cuerda y aún está esperando para que se le planche, o en su defecto, que se meta en el armario, cuidado no pises ese coche ni esa pieza de construcción, etc, etc.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Horizonte

En ocasiones tengo la sensación de que estás ahí, muy cerca. Parece que ya casi te he encontrado. Pero cuando más cerca parece que estoy vuelves a esconderte en el horizonte. Y me toca empezar de nuevo.
Levantarme cada vez resulta más pesado. Levanto la cabeza, miro hacia el último rincón donde alcanza mi vista, trato de recordar. De repente, un punto brilla al final, justo en el borde donde acaba la tierra. Y se me vuelve a hacer más ligero levantarme y seguir. Sonrio porque presiento que, tal vez, ahora sí te voy a alcanzar.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Ahora que me encuentro con un rato de tiempo libre enteramente para mí, no sé qué escribir.
Todavía no es tarde, aunque hay días que a estas horas ya estoy a punto de meterme en la cama. Pero hoy no. Esa mañana mi jornada de estudio ha sido más que satisfactoria (vamos, que he cumplido con mis objetivos para hoy) y me quería dar un premio de ordenador-internet-cascos-música. Sí, que tampoco van a ser todo los axiomas de Peano de los números naturales, digo yo.
Ahora mismo ya he completado mi revisión de correo y del facebook, del que tengo mis ciertas reservas, no lo oculto... Y me he conectado al youtube para escuchar música. La primera canción que he buscado y que he escuchado ha sido la de viva la vida de coldplay, por aquello del rey que podía tener lo que quería y lo pierde, por buscar una motivación más para mi particular carrera de fondo. Después he buscado música gótica y estoy escuchando una canción de una banda que creo que se llama casket y que por supuesto no ponen ni en kiss ni en m80 ni siquiera en onda melodía, y yo no los conocía.No está mal.
He seguido pinchando en los vídeos sugeridos y la verdad es que hay canciones bastante buenas. Estoy encontrando grupos de los que ni había oído hablar (bueno, eso es fácil...). Hay tanta música por escuchar, como tantos sitios que conocer... ay que me entra la prisa y la angustia por el poco tiempo que hay, por lo rápido que se pasa el tiempo...
Bueno, voy a seguir escuchando música, si hace falta se deja de dormir (más todavía?) y se hace todo lo que no da tiempo de otra manera.

lunes, 7 de septiembre de 2009

La vuelta al cole (o su ingreso)

Ya estamos en septiembre... ya llegó el mes de.... ¡La vuelta al cole! Dicho sea de paso, también es el mes de la vuelta ciclista... hmmm, ¿coincidencia? (léase con la ceja ligeramente arqueada).
Pues yo también preparo la vueta al cole. Bueno, la mía no, porque como me mandaron al paro... je je... pues no me toca. Pero la de mis nenes sí.
Esta tarde hemos tenido la reunión de padres para indicar las indicaciones indicables para la entrada de los niños de infantil. Bien. Para empezar, los niños tienen un periodo de adaptación de una semana, supuestamente para que no se hagan muchos líos, con esto de que son pequeños y tal... pues qué mejor que ponerles cada día un horario distinto, a saber: el primer día van con la tercera parte de su clase a las diez y media, el segundo día van con la mitad de su clase a las once, el tercer día van otra vez con la mitad de la clase a otra hora y ya el cuarto y quinto días van con todos los niños de su clase durante unas pocas horas, y así ya están adaptados. (aquí hago un paréntesis para poner cara de "pues si ellos dicen que así se adaptan, vale")...
Y después viene la lista del material. La susodicha comienza con "alfombrilla de goma espuma para picar". Un momento, para picar qué? ¿para picarse qué? ¿He entendido bien? ¿no se supone que lo de gomaespuma se lo comen? ¿que es para picar con un punzón? eso me gusta menos...
La lista continúa con una serie de lápices, rotuladores, ceras, vamos, lo típico que un niño puede utilizar, pero con marcas especiales y del tipo "turbo maxi" y cosas así. Pues es lo que yo digo, que esto no se lo puedo comprar en el chino de mi barrio porque no lo tiene y porque si nos lo han dado así y por escrito, a ver quién es el guapo o la guapa que no le lleva a su hijo al cole lo que le piden las profes, no vaya a ser que digan mira este que el padre es más chulo que nadie y me trae al niño con rotuladores corvina (en el mejr de los casos) en vez de los super giotto turbo maxi, que molan más....
AY!!! Menos mal que no tienen que llevar uniforme...

domingo, 7 de junio de 2009

No lo puedo negar, la situación me da un poco de vértigo. Abandonar la seguridad de un trabajo fijo para volver a estudiar tiene su aquel. Bueno, en realidad lo de abandonar no es cierto, sino que me han hecho abandonar. ¿Quieres reducir jornada? No problem, baby, te la reducimos toda todita!! Vaale, que en el fondo me viene bien para mis planes de prepararme las oposiciones, pero no deja de ser una faena que te echen del trabajo, sobre todo cuando esa ha sido la única razón, el hecho de dar más prioridad a mi familia que a la institución.

Durante el próximo año vuelvo a mi vida de estudiante, lo cual no está nada mal. Esa espinita que tenía de probarme a mí misma enfrentándome a una oposición me la voy a quitar. Sé que dentro de unos meses pensaré mucho lo de quién me mandaría a mí pedir reducción de jornada, y esas cosas, y que va a ser bastante duro, pero ¡es que no me queda más remedio! Vamos a aprovechar esta "excedencia pagada" para dar unos paseitos al amanecer antes de estudiar, para ir a la piscina a relajarme después de las tropecientas horas de estudio, eh, bueno, y también habrá que empollar un poco, je je... Seguiremos informando

jueves, 4 de junio de 2009

Tan cerca el final

Hoy ha sido el último jueves con clase (que no quiere decir nada de que vayamos a perder glamour ni na de eso). El miércoles próximo será el último día de clase de todos todos. Ahora que se ve tan cerca el final empiezo a notar la nostalgia como una presencia a la espalda, escondida, esperando el momento para acercarse un poquito más sin que yo me dé cuenta y, cuando esté con la cabeza agachada, saltar a mi nuca y colarse dentro.

Es extraño cuando una parte de tí desea cambiar de situación, de trabajo, de horarios... y otra parte de tí sabe cuánto lo va a echar de menos. Lo sabe y además te lo recuerda.

Me encuentro muy cansada. Hoy es (era) el día con más clases, seis horas de pie, (más el cuidado del comedor, que si cómete todas las judías, que si esa no es manera de pelar una manzana) luchando contra la pereza y la oxidación neuronal de un puñado de adolescentes, luchando a la vez con la parte de mí que da el curso por terminado y quiere empezar ya su nuevo horario, luchando con el bochorno meteorológico que se nos ha presentado hoy, que al final ni tormenta ni ná. Es cierto que tengo la suerte de desconectar muy bien de mi trabajo. El entorno en el que vivo así me lo permite. Los peques también me ayudan. Pero todavía no sé cómo desconectar del cansancio físico, si es que se puede. ¿Se podrá cambiar de piernas, unas para el trabajo y otras para el ocio? ¿Se podrá cambiar de espalda, de cabeza?

Mañana tenemos los actos de clausura del curso en el colegio. No hay clase, no tenemos que hacer más que acompañar a los alumnos en el patio, en el gimnasio, en el comedor... y, si el tiempo no lo remedia, pasar más calor que un pollo asado. Es un día que ya tiene un cierto sabor a vacaciones. Pero, para mí, también va a tener un sabor a despedida, ya que la gente empieza a hacer planes y preparaciones para el próximo curso. Y en mi caso no tiene mucho sentido. Aunque ahora que lo pienso, es mejor seguir como si no fuera a marcharme, como si de verdad fuera a volver en septiembre. Sería un poco estúpido dedicarme este último mes a lamentarme de que ya no voy a volver a explicar esto, ya no voy a volver a hacer esta práctica, ya no voy a... No, creo que este tipo de pensamientos es un poco autodestructivo, es como deshauciarse a uno mismo (que así es como me he sentido a veces últimamente). Malo, malo.

domingo, 19 de abril de 2009

Retomando

Parece mentira cómo pasa el tiempo... No tenía ninguna intención de abandonar el blog, muchas noches me decía a mí misma que tenía que intentar escribir algo, pero todas esas mismas noches ha sido imposible. Desde enero hasta ahora han sido unos meses muy duros físicamente, tuve durante varias semanas, uno o dos días a la semana, un curso que prolongaba mi jornada laboral casi cuatro horas más, con lo cual, al llegar a casa tenía que (después de la cena, dormir a los niños, etc) preparar las cosas del día siguiente, corregir, y finalmente dormir... esto último no ha sido mucho, y me han vuelto los dolores de cabeza rutinarios que ya empecé a sufrir hace más de un año (¿algún voluntario para hacerme una recetita de miolastán? je je). Afortunadamente el curso se acabó y pude relajarme un poquito más, pero aún así continuaba sin encontrar un momento para sentarme a escribir sin la pesada de la conciencia sentada a mi lado y recordándome los tropecientos exámenes que aún no había corregido (hoy también se ha intentado sentar al lado para recordarme los ejercicios que llevan dos semanas esperando para ser corregidos pero le he puesto un esparadrapo en la boca y la he encerrado en el armario).
Desde ese último día que escribí algo, que fue el de la súper nevada de enero, han pasado muchas cosas, y más que van a pasar. Personalmente, voy llegando a un momento en el que se van a producir cambios en mi vida. Y en el que empiezo a pensar si no seré un poco bruja. Aunque no tenga una verruga en la nariz ni un sombrero puntiagudo. Pero pensarlo lo pienso. En realidad me gusta más la palabra "meiga", suena más amable, a pan con mucha miga, y además no rima con piruja que siempre es peor. Pues eso, que empiezo a pensar si no seré un poco meiga, y si realmente puede que sea cierto que desear algo mucho te ayuda a conseguirlo. Todo empezó hace seis años o más...
Érase una vez una niña que estudiaba en un edificio de ladrillo lleno de agujeros y de obras, un poco feo pero muy cerca de un bosque. A veces, la niña paseaba por el bosque de vuelta a su casa y pensaba en lo que le gustaría hacer cuando fuera mayor. Ya había pasado la época de querer ser astronauta, veterinaria, nadadora olímpica, electrónica (eso gracias a unos descubrimientos profesoriles que hizo en el edificio de ladrillo feo), y cuando pasaba al lado de los enormes radiotelescopios soñaba con, algún día, poder al menos entrar en ese maravilloso edificio donde todo estaba lleno de mapas, de datos, de cálculos, de predicciones y de preciosas fotografías con fenómenos atmosféricos. Poco tiempo después, su deseo se hizo realidad, cuando algún amable compañero le sugirió probar el menú de su cafetería. ¡Se podía entrar a comer alli! Eso era, sin duda, un avance. ¡Y ya podría dejar de comer esas ensaladas aliñadas con proteínas procedentes de invertebrados de aspecto un tanto desagradable! ¡Hurra! Poco a poco empezó a pensar que la meteorología sería una buena opción para el futuro, y se empezó a interesar un poco más en ella. Y un día, durante un curso de meteorología en un mes de julio, celebrado en un enorme edificio con un precioso museo dentro, lo supo. Supo que tenía que trabajar en ese sitio. Estaba lleno de ciencia, ésa era la impresión que tuvo nada más entrar. La frase mágica, que puso en marcha todo el mecanismo posterior, fue "no me importaría trabajar aquí". Poco después, la magia había provocado una sucesión de extraordinarias coincidencias, y la niña consiguió trabajo en ese lugar. el tiempo pasó, la niña creció, fue madre, acabó su trabajo y cambió de profesión. Se convirtió en lo que quería ser de pequeñita: se hizo profesora. Bonita profesión, entretenida, llena de retos, divertida, apasionante, pero un pelín explotada, bueno, más que un pelín, una melenaza entera. Con los años, (parece que llevara décadas trabajando de profe, pero no), la niña se dio cuenta de que aunque el trabajo en sí le gustara mucho, no se sentía lo suficientemente reconocida: demasiadas horas y poco a cambio. En uno privado, ya se sabe... ¿Y tratar de estudiarme las oposiciones? Imposible plantearlo a la vez que se trabaja. Para eso, para hacerlo en serio, se necesita dedicación exclusiva. Pero... La niña supo qué tenía que hacer. Formuló de nuevo la frase mágica: "no me importaría poder tener tiempo para estudiarme las oposiciones". La respuesta la tuvo poco tiempo después. Con una sonrisa en la boca, le comunicaron la "buena noticia": a partir de julio tendría todo el tiempo que quisiera para dedicarlo a lo que quisiera. (vamos, que la despiden). La niña no consiguió arrancarle al personaje en cuestión ninguna razón lógica o ilógica para esa decisión, así que se limitó a buscarle el lado positivo y se dio cuenta de que le estaban ofreciendo lo que desde hacía tiempo estaba necesitando: le estaba regalando unas oposiciones pagadas. ¡Hurra! (llegados a este punto, si esto lo lee alguno de mis jefes, algo improbable pero no imposible, negaré que lo haya escrito yo). Y así fue como nuestra niña pasó de estar trabajando un poco explotada a tener la ilusión de poder volver a su época de estudiante.
Ojalá que a esta historia se le pueda poner un final feliz.

viernes, 9 de enero de 2009

Nieve y el nuevo chico del barrio

Segundo día de clase tras las vacaciones de Navidad (como siempre, cortísimas, algo en lo que estamos de acuerdo los alumnos y yo).

Hay cosas que tenían que haber sucedido varios días antes o unas horas antes. Como la gran nevada de hoy. Por misteriosas razones que todavía no he acabado de comprender, hoy he llegado 10 minutos antes de empezar las clases (y no 10 minutos después como ha pasado más de un día...). Por la mañana, al asomarme a la ventana, me había parecido ver hielo sobre los coches, de modo que he pensado que mejor dejamos lo de la moto para otro día mejor. Cuando he ido a coger el coche dispuesta a atacar con mi mejor caja de cd la inmensa capa de hielo que suponía habría sobre el parabrisas, me he dado cuenta de que lo que yo veía blanquecino desde la ventana no era hielo, sino nieve. Vaya, por unos pocos días no podemos cantar lo de blanca Navidad. Bueno, pues al llegar al cole, nada más aparcar el coche, ha empezado a nevar. Y no ha parado. Los que vivís en Madrid lo habréis podido ver. Impresionante. Como es fácil de imaginar, dar clase hoy ha sido bastante complicado, ya que tanto los chicos como yo estábamos más embobados mirando por la ventana que centrados en el tema de las plantas. Se nos ha quedado un paisaje precioso, y cuando he vuelto a casa me he encontrado con...



...un nuevo chico en el barrio. Debía de llevar unas cuantas horas allí, y ya estaba un poco perjudicado. Su nariz de zanahoria se había caído al suelo y sus ojos de castaña de su pequeña cabecita miraban hacia arriba, buscando ese alimento níveo que necesitaba para seguir existiendo. Alzaba los brazos finos como ramitas hacia ese cielo que debía proporcionarle el sustento. Gesto inútil y desesperado. Qué efímera será su vida. Mañana, cuando baje a la calle, sólo quedará un montón de restos blancos mezclados con castañas de ese pequeño hombrecito que, en un día frío y blanco como hoy, quiso venir a vivir a este barrio.

viernes, 2 de enero de 2009

2 de enero

La fecha me obliga a empezar diciendo Feliz Año Nuevo. Escucho estas tres palabras muy a menudo, y a veces me pregunto qué queremos decir con ello. A veces me pregunto si no las diremos como un mero cumplido sin reparar en su verdadero significado. Exactamente igual a lo que sucede cuando escucho a alguien decir Feliz Navidad. A veces pienso si no nos estamos olvidando del significado de las palabras y simplemente las decimos porque toca, o porque queda bonito, o vete tú a saber por qué. Reconozco que cada año me cuesta más lo de las uvas. Y eso que a mí lo de los rituales me va, quiero decir, los rituales a los que damos un significado especial (la maternidad también me ha hecho prestar más atención a los pequeños rituales diarios que necesitan los niños -no los llamemos rutinas, mejor rituales- ). Y es que creo que la Nochevieja está mal situada en el calendario. Debería celebrarse justo el día del solsticio, ya que ese es el origen de las fiestas que estamos celebrando, el triunfo de la luz sobre la oscuridad y la vuelta del Sol. Entiendo la dificultad, ya que cada año puede caer en un día distinto, pero creo que sería mucho más adecuado, no?