domingo, 7 de junio de 2009

No lo puedo negar, la situación me da un poco de vértigo. Abandonar la seguridad de un trabajo fijo para volver a estudiar tiene su aquel. Bueno, en realidad lo de abandonar no es cierto, sino que me han hecho abandonar. ¿Quieres reducir jornada? No problem, baby, te la reducimos toda todita!! Vaale, que en el fondo me viene bien para mis planes de prepararme las oposiciones, pero no deja de ser una faena que te echen del trabajo, sobre todo cuando esa ha sido la única razón, el hecho de dar más prioridad a mi familia que a la institución.

Durante el próximo año vuelvo a mi vida de estudiante, lo cual no está nada mal. Esa espinita que tenía de probarme a mí misma enfrentándome a una oposición me la voy a quitar. Sé que dentro de unos meses pensaré mucho lo de quién me mandaría a mí pedir reducción de jornada, y esas cosas, y que va a ser bastante duro, pero ¡es que no me queda más remedio! Vamos a aprovechar esta "excedencia pagada" para dar unos paseitos al amanecer antes de estudiar, para ir a la piscina a relajarme después de las tropecientas horas de estudio, eh, bueno, y también habrá que empollar un poco, je je... Seguiremos informando

jueves, 4 de junio de 2009

Tan cerca el final

Hoy ha sido el último jueves con clase (que no quiere decir nada de que vayamos a perder glamour ni na de eso). El miércoles próximo será el último día de clase de todos todos. Ahora que se ve tan cerca el final empiezo a notar la nostalgia como una presencia a la espalda, escondida, esperando el momento para acercarse un poquito más sin que yo me dé cuenta y, cuando esté con la cabeza agachada, saltar a mi nuca y colarse dentro.

Es extraño cuando una parte de tí desea cambiar de situación, de trabajo, de horarios... y otra parte de tí sabe cuánto lo va a echar de menos. Lo sabe y además te lo recuerda.

Me encuentro muy cansada. Hoy es (era) el día con más clases, seis horas de pie, (más el cuidado del comedor, que si cómete todas las judías, que si esa no es manera de pelar una manzana) luchando contra la pereza y la oxidación neuronal de un puñado de adolescentes, luchando a la vez con la parte de mí que da el curso por terminado y quiere empezar ya su nuevo horario, luchando con el bochorno meteorológico que se nos ha presentado hoy, que al final ni tormenta ni ná. Es cierto que tengo la suerte de desconectar muy bien de mi trabajo. El entorno en el que vivo así me lo permite. Los peques también me ayudan. Pero todavía no sé cómo desconectar del cansancio físico, si es que se puede. ¿Se podrá cambiar de piernas, unas para el trabajo y otras para el ocio? ¿Se podrá cambiar de espalda, de cabeza?

Mañana tenemos los actos de clausura del curso en el colegio. No hay clase, no tenemos que hacer más que acompañar a los alumnos en el patio, en el gimnasio, en el comedor... y, si el tiempo no lo remedia, pasar más calor que un pollo asado. Es un día que ya tiene un cierto sabor a vacaciones. Pero, para mí, también va a tener un sabor a despedida, ya que la gente empieza a hacer planes y preparaciones para el próximo curso. Y en mi caso no tiene mucho sentido. Aunque ahora que lo pienso, es mejor seguir como si no fuera a marcharme, como si de verdad fuera a volver en septiembre. Sería un poco estúpido dedicarme este último mes a lamentarme de que ya no voy a volver a explicar esto, ya no voy a volver a hacer esta práctica, ya no voy a... No, creo que este tipo de pensamientos es un poco autodestructivo, es como deshauciarse a uno mismo (que así es como me he sentido a veces últimamente). Malo, malo.