martes, 29 de diciembre de 2009

Y tú, ¿cómo eres?

Es curiosa la naturaleza humana... y se supone que somos animales "sociales".
Tengo una cuenta en una red social, de esas en las que puedes buscar a tus amigos y saber de ellos, lo cual está bastante bien porque ha hecho que haya recuperado el contacto con antiguos amigos del colegio y de la facultad. Como es una red muy lista, te sugiere nombres para que los agregues a tus amigos. La mayoría son amigos de amigos, algunos ni los conoces, otros te suenan, otros te los sugieren con la excusa de que estudiaron en la misma universidad que tú (como otros tantos cientos de miles de personas, claro). Hay personas de las sugeridas que te alegras de que estén por ahí y en seguida le das al clic para "solicitar su amistad" (creo sinceramente que lo deberían llamar de otra manera). Sin embargo, hay personas que están ahí, que sabes que las conoces, y sin embargo, no das al clic inmediatamente y los días pasan.
Las razones para esto... quién sabe. La verdad, no lo entiendo del todo. Y a mí me pasa. Tampoco me entiendo muy bien a mí. ¿Por qué alguien no querría conocer a otra persona? ¿Tan sobrados estamos de todo que nos da igual lo que pueda pensar otra persona, lo que nos pueda decir, cómo nos puede sorprender? ¿Es que acaso conocer a las personas, y quiero decir conocer de verdad, no es igual de importante que tratar de entender el mundo en el que vivimos? Toda mi vida he deseado conocer cómo es este planeta, de qué está formado, cómo funciona, qué leyes físicas sigue la naturaleza, cómo son los átomos de los que estamos hechos todos, qué hay dentro de una estrella.... Y resulta que no me doy cuenta de que, igual de importante es conocer a las personas.
Tal vez haya sido una consecuencia de mi condición de bicho raro, al haberme "aislado" en la física y en las matemáticas, que haya dedicado poco tiempo a la "vida social". Sin embargo, lo que yo entiendo por "conocer" a las personas no es lo que suele estar asociado a "vida social", que es lo de salir de marcha, etc, etc. A mí eso no se me da muy bien. Echo de menos poder sentarme tranquilamente con otra persona y hablar, de lo humano y lo divino, de cosas que me interesan y de cosas que le interesan a la otra persona, arreglar el mundo como dicen por ahí, que me hable de lo que le ha impresionado de ese libro que acaba de terminar y de lo que le hace sentir esa canción que acaba de escuchar. Conocer. Conocerme.
Hola, soy Gema. Me gusta leer, aunque en estos momentos solo puedo leer libros de álgebra, cálculo y teoría de números. Me gustan diversos tipos de música. Creo que los discos que más he escuchado en mi vida, probablemente más de mil veces, son los dos Tubular Bells. Actualmente estoy inmersa en la música de The Smiths, que los acabo de descubrir y me pregunto cómo pude estar tanto tiempo sin escucharla. Schubert me parece impresionante. Las puestas de sol y la contemplación de la luna son dos de mis pasatiempos favoritos. La ciencia en general y la física en particular me apasionan.
Y tú, ¿cómo eres?

viernes, 25 de diciembre de 2009

El jamón

Hoy nos hemos juntado la familia en casa de mis padres. Aunque estoy metida de lleno en las funciones, matrices, aplicaciones, etc... y mi rutina cambia muy poco durante las "vacaciones", he de decir que ha sido bastante agradable. Fruto de ello ha surgido una pequeña reflexión que quiero compartir contigo. En realidad no es una reflexión enteramente mía, pero esa semillita que fue a para a mi cabeza hace una semana ha ido creciendo y tomando forma. Y ahora ya la puedo considerar como mía.
Mi hermano ha traído a casa un jamón. No lo hemos abierto, pero conociendo a mis padres creo que no voy a tardar demasiado en catarlo. Mi madre, que para eso es muy madraza y no deja de querer lo mejor para sus hijos, ha hecho el típico comentario de hijo no tenías que haberte molestado, prefiero que te lo quedes tú. Claro, cuando con toda tu ilusión le llevas un regalo a tus padres, ese tipo de respuestas no sientan muy bien. Yo veía el jamón de forma distinta. Y así se lo he explicado a mi madre.
Ese jamón es mucho más que una pata de cerdo curada. Y lo mismo sucede con todos los regalos que se intercambian estas fechas. Incluso con las llamadas de teléfono, los mensajes... Si ese jamón estaba ahí, era porque había alguien que lo había llevado y había alguien para poder recibirlo. Lo bueno es que el jamón esté ahí, porque significa que tanto el portador como el receptor están. Si hubiera faltado uno de ellos, ese jamón no habría tenido ningún sentido y no habría hecho el viaje.
Cuando recibas un regalo, cuando recibas una llamada o un mensaje, piensa en esto: el que te ha hecho el regalo o te ha llamado o te ha mandado un mensaje, todavía está aquí. Y sobre todo, tú estás aquí para recibirlo. Tomando prestada esa idea que aterrizó en esa nube que llevo sobre los hombros, cada Navidad es distinta, no sabemos cuántos de nosotros estaremos en las próximas, así que no perdamos el tiempo con cosas que no sean disfrutar de la compañía de los demás y hacer a los demás disfrutar de la nuestra.
Y si has sido afortunado y te ha tocado un jamón.... ¡disfrútalo!

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Próximo invierno

Me gusta que vaya llegando el invierno. Que al asomarme a la calle por la mañana, cuando aún es de noche, sienta frío en la cara. Pisar las hojas y la tierra húmeda. Es cierto que el invierno en Madrid no es duro, no lo puedo comparar con cómo será en un pueblo de la Sierra. Pero, aún con la bondad del clima, y más siendo este un año ya de por sí cálido, me gusta esta llegada del solsticio. Los días son cortos, pero en el aire algo se prepara. Los árboles se preparan para guardar reposo durante unos meses, el suelo se prepara para recibir la escarcha, y el cielo se prepara para, poco a poco, ir regalándonos más luz. Dentro de pocos días llegaremos a la noche más larga, aquella que nuestros antepasados temían, por la poca vida que podía surgir de la oscuridad, y que a la vez anhelaban que llegara, para empezar un nuevo ciclo de luz, un nuevo ciclo de vida. Siento que me voy apagando, que parece que me falla la energía estos días. Pero la esperanza de la noche más larga, cuando la luz vencerá y volverán a crecer los días, me infunde nuevos ánimos. Es un lento compás de espera. Apenas unos días....

martes, 8 de diciembre de 2009

Infinito.

Mi última "adquisición" en la lista de las razones por las cuales cada vez me atraen más las matemáticas. Infinito. Cantor y sus números transfinitos. Es un concepto tan cotidiano, asociamos el infinito a aquello que es muy grande para medir o aquello que tiene tantos objetos que no los podemos terminar de contar nunca. Uno piensa en el infinito y en seguida mira hacia el cielo estrellado, "eso es el infinito", porque ni siquiera el contador de estrellas pudo terminar su tarea...
Desde hace dos meses, que es cuando empecé a adentrarme un poco más en serio en esto de las matemáticas, he descubierto que el concepto de infinito es mucho más que mirar hacia las estrellas y pensar que el universo no tiene fin. En términos matemáticos un conjunto es infinito si se puede poner en correspondencia biyectiva con un subconjunto suyo propio. Traducido a un lenguaje más coloquial, significaría que un conjunto infinito tiene los mismos elementos que un subconjunto suyo distinto de él mismo. Es decir, cogemos un conjunto infinito, cogemos una parte de ese conjunto (intuitivamente debería tener menos elementos, puesto que nos dejamos una parte sin coger) y ambos tienen la misma cantidad de elementos... Podría parecer una locura, pero se puede demostrar matemáticamente, y eso es lo fascinante de la historia.
Todavía tengo que acabar de madurarlo, pero se está empezando a hacer un hueco en mi cabecita. Pues que sea bienvenido.
Definitivamente, lo que me gusta de las matemáticas es que hacen pensar. Y mucho. Cada semana son nuevos retos, nuevos conceptos, nuevos quebraderos de cabeza. Pero los disfruto enormemente. Sólo espero poder seguir manteniendo esta ilusión hasta el final.